Por Keith Ross Guillins*
Dennis Arias
Chávez sabe bien que una ciudad, a veces, se puede recorrer en metro, a pie, o en
coche y cuyo paisaje siempre convertirá al que lo observa en el solitario
inmóvil que se reconoce en el movimiento de los otros. Sin embargo, esta Ciudad lineal, compuesta de catorce
narraciones breves, se recorre de manera distinta: uno se trepa en la narrativa
audaz de este escritor que es dueño de un lenguaje claro, preciso y eficaz.
Esta ciudad contiene anécdotas
desarrolladas en ambientes urbanos —que en ocasiones son europeos; en otros,
sudamericanos— y en ambientes rurales. Lo que la convierte en lineal no es sólo
por su referencia al distrito madrileño en donde el autor pasó una temporada,
sino también porque cada uno de los cuentos es atravesado por una línea recta,
que es el elemento de la sorpresa: el autor no se detiene en descripciones
banales, pues su objetivo no es tanto retratar sino sorprender al lector con la
idea menos esperada, que puede provocar una sonrisa, una reflexión, un
escalofrío, una finísima sensación de horror o todos los anteriores juntos.
Leer Ciudad lineal, irónicamente, implica un ejercicio intelectual que
nos acostumbra a los giros inesperados y a la elegancia con la cual se puede
narrar el suicidio de una familia completa o la crónica del momento en el que
Roberto Bolaño perdió el manuscrito de su mejor novela. La mejor manera de
tomarle el pulso a esta ciudad, que es la primera obra publicada del autor, es
a través de una lectura atenta a los asombros.
*Profesor de la Universidad Autónoma de Baja California Sur
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